viernes, 27 de noviembre de 2009

LA DUDA DE HIPATIA

El otro día fui al cine a ver la película Ágora, con guión de Alejandro Aménabar y el teldense Mateo Gil. Pues bien, aunque la cinta me gustó más bien poco, la verdad, en medio de aquella escabechina de paganos hay una escena que me pareció magistral.

La astrónoma Hipatia, acusada de brujería por los cristianos por haberse atrevido a mirar a las estrellas y plantear teorías diferentes que atentaban contra la religión, se reúne con sus ex alumnos Orestes, prefecto de Alejandría, y Sinesio, obispo de Cirene. Tras una agria conversación, la filósofa mira a Sinesio y, resumiendo de manera espléndida el conflicto entre la ciencia y la fe, le dice “yo debo dudar, tú no puedes”. Sin embargo, al final (lo cuento porque es historia, no es que les quiera fastidiar la película), Hipatia muere ajusticiada y el Cristianismo se impone durante siglos.

La duda mueve el mundo, cambia las cosas de sitio, convierte en inquietos a los hombres. La duda, los replanteamientos de las cosas que nos vienen dadas, los cómos y los porqués hacen revoluciones, derrocan dictaduras y nos permiten avanzar. Esta es la esencia del ser humano, la curiosidad, no aceptar las cosas porque sí, escudriñar, preguntar, rebelarse contra lo establecido.

Vivimos en un mundo injusto, lleno de desigualdades. Permitimos que las dos terceras partes pasen hambre mientras nos arrepochinamos en nuestro sofá a ver las miserias ajenas por televisión, aprobamos leyes que condenan la solidaridad, nos cargamos el Planeta con nuestros coches y nuestros humos y derrochamos esfuerzos y dinero en cosas superfluas. Ablación, pobreza, masacres étnicas, luchas por el agua, por la tierra, por la comida. Millones de personas están condenadas a morir de enfermedades como la malaria, el SIDA o una simple diarrea, males que en Occidente ya no matan gracias a nuestra ciencia. Es, sencillamente, vergonzoso.

Pero el mundo no es así porque sí. Todo ese mal lo hacen personas como ustedes y como yo, la misma gente que se empeña en regir nuestros destinos desde las grandes empresas, los grandes bancos y los grandes gobiernos. Pues bien, eso se puede cambiar. Pongamos cada uno de nuestra parte, tenemos que indignarnos, revolvernos, sublevarnos, alzar la voz, protestar, plantarnos frente a los tanques, recuperar la calle, vivir, no como robots, sino como personas.

Nada es inmutable. Y el primer paso para cambiar, siempre, es la duda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque la duda es necesaria para los sientificos, a menudo la duda constituye el camino mas corto para llegar a Dios .. De eso podemos hablar tomando ''un invisible'' cortado..
Amigo invisible

Anónimo dijo...

Replanteémonos lo obvio

Anis

Ico dijo...

Si dudamos se quedará en desequilibrio cognitivo, en el método intelectural para analizar, pero hay que dar un paso más y actuar.Hay que comprometerse e ir a la acción

 
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