Decía ayer Angels Barceló en la televisión que el fútbol es sólo eso, fútbol, y que no había que ir más allá y que aquellos que no se habían alegrado de las victorias de la selección española estos días se habían perdido, entre otras cosas, la posibilidad de abrazarse con un desconocido. Intentaba de esta manera la popular periodista catalana justificar su participación protagónica en la constante exaltación de la bandera y los símbolos de España que hemos vivido en los últimos días en este país a cuenta del fútbol.
Sin embargo, no estoy de acuerdo. El fútbol es mucho más que fútbol. Y sobre todo estos días. La selección española le ha hecho un inmenso favor a este gobierno para que, al menos durante unos días, la gente no hable de la crisis económica, el agujero por el que probablemente se va a salir toda la gasolina socialista de aquí a 2012. Y Zapatero lo sabe y Angels Barceló también. Y el fútbol sirve para reforzar la idea de pertenencia al grupo, en este caso al Estado. Y sirve para hacer dinero. Y para perderlo. Que la pelotita entre o no entre ha desencadenado hasta guerras, como fue el caso de El Salvador y Honduras, y ha provocado suicidios y enamoramientos.
El fútbol es arte, espectáculo, es pasión desenfrenada y táctica milimétrica, son once contra once en pantalones cortos pero también una sublime combinación de estrategia y deporte. El fútbol es religión en Sudamérica y el sueño de media África, donde se encuentra el futuro del mundo. El fútbol es muchísimas cosas, pero es, sobre todo y también, política.
lunes, 30 de junio de 2008
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