lunes, 1 de marzo de 2010

ME MUDO A LUGAR SEGURO

Definitivamente, me mudo a Guinguinbali. A partir de ahora, podrán seguir leyendo este blog en el siguiente enlace. Espero verlos bajo las ramas del baobab.

Saludos

http://www.guinguinbali.com

sábado, 13 de febrero de 2010

GUINGUINBALI.COM

Visiten esta página, es el nuevo proyecto en el que ando metido. De momento, sólo es un blog, pero muuuuuuuuuuuy pronto será mucho más.

www.guinguinbali.com/blog

Saludos

martes, 2 de febrero de 2010

DOS AÑOS Y SIETE MESES

Hace no muchas fechas, la mayoría de periódicos y periodistas canarios entonaron un sonoro 'mea culpa' por condenar sin juicio y exhibir de manera brutal las imágenes de un joven al que todos acusaron de violar y matar a su hijastra de corta edad. En un gesto que honró a quienes practicaron el noble arte de asumir los errores y enfangó aún más a quienes no lo hicieron, que también los hubo, la profesión periodística dio un paso al frente para dejar claro que esta sociedad nuestra en la que vivimos se había apresurado a colgar del palo mayor a un inocente.

Ayer, aquel a quien hace ya algunos años dimos el sobrenombre de violador de Tafira, salió de la cárcel porque, según el Supremo, él no violó a esas tres chicas. Resulta que Ricardo Cazorla no fue. Si el joven injustamente acusado en Tenerife vivió una pesadilla, resulta difícil imaginar ahora el calvario por el que ha atravesado Cazorla en la cárcel de Salto del Negro, sobreviviendo entre la manifiesta hostilidad del resto de los internos y sabiéndose, además, inocente.

Seguro que habrá quienes piensen que la prensa no puede sentirse culpable de nada porque el llamado violador de Tafira había sido condenado por la Audiencia Provincial. Pero es que ese hecho no modifica en nada su condición de inocente. Alguien, no Ricardo Cazorla, se ha equivocado. Todos somos humanos y puede ocurrir. Pero, ¿cómo se repara ahora el daño causado, la soledad, la frustración, la rabia, la impotencia, los más de dos años y medio en la desesperación de su encierro?

Hasta ese momento su vida no había sido un camino de rosas. Pero es que a partir de la condena se convirtió en un infierno. Ricardo Cazorla no era antes un demonio ni ahora es un héroe. Sólo es una persona a la que la vida ha golpeado y con quien este sistema ha cometido un error imperdonable. Escribo sobre él porque me impresiona su historia, porque intento ponerme en su piel y pensar cuál es la capacidad de aguantar que tiene un ser humano. No intento señalar a nadie, ya está bien de acusaciones, sino reflexionar sobre lo que hacemos y las consecuencias de nuestros actos. Más bien parece que ésta sea la hora de reparar el daño causado.

También habrá quien diga que los fallos judiciales son la cuota que tenemos que pagar por el mero hecho de tener una Justicia. Seguro que quien así piensa no se ha comido dos años y siete meses en la cárcel por tres violaciones que no cometió. Dedíquenle un par de minutos, piénselo por un momento.

martes, 19 de enero de 2010

EL REGRESO DE AMINETU

Un mes y dos días después, Aminetu ha vuelto a España. No va a estar mucho tiempo, el justo para someterse a un chequeo médico y para renovar su permiso de residencia. La verdad es que es una alegría verla caminar otra vez por el aeropuerto de Gran Canaria después de la huelga de hambre que mermó su salud y que, dicho de sea de paso, volvió a colocar la descolonización pendiente del Sahara Occidental en el centro del debate político español.

Sin embargo, Haidar no es la única activista saharaui que lo ha pasado mal. Desde el pasado 8 de octubre, hace más de tres meses, seis hombres y una mujer están encerrados en la prisión marroquí de Salé por haberse atrevido a denunciar las barbaridades cotidianas que se viven en los territorios ocupados. Al igual que ocurrió con el caso de Aminetu, el mundo debería poner sus ojos en estos siete activistas y exigir su liberación, sobre todo después que se conociera que están siendo sometidos a todo tipo de vejaciones, nunca confirmadas, como es costumbre, por parte marroquí.

Estos días hemos asistido a los redoblados esfuerzos de Marruecos por sacar adelante su plan de autonomía para el Sahara Occidental. Hoy, más que nunca, la comunidad internacional debe afianzar su compromiso por una solución pacífica, justa y negociada para este conflicto que está envenenando las relaciones entre los países de la zona y que afecta, vaya que si afecta, a la estabilidad y seguridad en el Mediterráneo.

Ya va siendo hora de que se cumpla la legalidad. Permitir que Marruecos se salte a la torera todos los instrumentos legales de los que nos hemos dotado y pisotee los derechos del pueblo saharaui sería como claudicar ante la barbarie. No es una cuestión de que ganen unos y pierdan otros. Las opciones son la justicia y el derecho, por un lado, o su derrota, por el otro. Si se adopta una decisión unilateral sin contar con la voluntad de quienes van a sufrir las consecuencias, sería como asestar un golpe definitivo a la democracia y a la confianza en los organismos internacionales.

Aminetu Haidar ha vuelto para recordarnos que las violaciones a los Derechos Humanos se siguen produciendo en el Sahara y que la espina de la resolución definitiva de este anacronismo de la Historia sigue clavada y supurando.Ya está bien de mirar hacia otro lado y de hacer como que no pasa nada.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA LECCIÓN DE AMINATOU


Aminatou se plantó, sola y descarada, frente a la fuerza arbitraria de dos estados. Y les dijo aquí estoy, me han traído hasta esta isla en contra de mi voluntad y me yergo, pacíficamente, para defender mis derechos. Sólo pido volver a mi casa. Y los dos gobiernos no acertaron a encontrar la manera de reaccionar ante una mujer que no esgrimía armas ni alentaba revoluciones, una mujer serena, firme en sus convicciones que dijo ni un paso atrás, ni una cesión más, hasta aquí hemos llegado.

Un estado es capaz de responder y hacerse fuerte frente a una agresión exterior. Es capaz de combatir el terrorismo y la violencia de grupos armados. Frente al puñetazo en la cara, el estado apunta y dispara. Pero, ante alguien así, ante la dignidad no violenta de Aminatou que te saca las vergüenzas y te dice, señores gobernantes, es por ustedes que me veo privada de mis hijos y mi tierra, los estados no saben qué hacer sino presionarla, intentar hacerla desistir, engañarla y humillarla una y otra vez, pretender que pida perdón o que acepte ser una exiliada más, lejos de los suyos.

Y los confundidores de siempre se lanzaron a los caminos y a las plazas, mentira en ristre, para repetir su letanía, que si aquello era una maniobra del Polisario y de Argelia, que si Aminatou estaba siendo utilizada, que si el Gobierno español actuó movido por el humanitarismo y que por eso la dejó entrar en el país. Y hasta hubo quienes se atrevieron a decir que Aminatou no estaba en huelga de hambre, que en realidad se hartaba a comer por las noches. Lo dijo el cónsul de Marruecos, sí, pero él sólo cumplía el penoso papel de bufón en esta opereta. Lo triste es que muchos periodistas de alto copete y tertulianos de postín siguieron ese camino. A ninguno le escuché dar marcha atrás el día que Aminatou, reventada por las náuseas y deshidratada, tuvo que ingresar en el hospital. Al día siguiente tampoco los oí. Ni al otro, ni al otro.

Y para acabar, la traca final. Francia y Estados Unidos aciertan al fin con la sinfonía que la torpeza y la debilidad de España no le permitieron nunca tocar. Y Aminatou vuelve a casa. Mientras vuela, el convidado de piedra, es decir, el Gobierno español, emite una nota en la que asegura que en los territorios ocupados impera la legalidad marroquí, algo falso y cierto a la vez. Está claro que allí manda Marruecos de facto en contra de toda la doctrina jurídica de Naciones Unidas. Pero esto es lo único cierto.

Porque hablar de legalidad en un lugar donde la única ley que rige es la de la selva parece bastante arriesgado. ¿Quién puede hablar de leyes en una tierra donde hay decenas de presos de conciencia, donde te pueden quemar en una comisaría por sacar una bandera, donde le quitan el pasaporte a los ciudadanos porque sí, donde se viola la libertad de expresión, donde se censura a los periodistas, donde se pasan por la boina todos los días los Derechos Humanos? ¿Esa es la ley de Marruecos o es la ley del más fuerte?

Aminatou Haidar, con su gesto, ha roto por unos días el bloqueo informativo que se cierne sobre el Sahara con la complicidad de las grandes empresas periodísticas. La represión en El Aaiún, la violencia, las cargas policiales, la vigilancia a los activistas, los cercos en torno a sus casas, no son nuevos. Es cierto que estos días han sido más intensos, pero esta misma situación se viene repitiendo al menos desde hace cuatro años y medio, cuando estalló la Intifada saharaui. Otra cosa es que ahora hayamos tenido el foco apuntando hacia allí, algo que debemos, sin ninguna duda, a Aminatou.

Haidar nos ha enviado el mensaje de que en su tierra se cometen todo tipo de salvajadas contra la población civil desarmada, una gente que ha hecho de la resistencia pacífica una forma de vida. Si queremos que ese mensaje no se pierda, si valoramos en algo su lucha, exijamos de una vez por todas que la ley, pero la de verdad, no la de Marruecos, impere en el Sahara. Y, para empezar por algo sencillito, que al menos se respeten los Derechos Humanos. Los intereses de estado no tienen por qué ganar siempre la batalla. Me parece a mí que esta es la lección que nos ha dejado Aminatou.

jueves, 10 de diciembre de 2009

ESPAÑA SE EQUIVOCA CON AMINETU

Escribo este artículo sabiendo de antemano que me va a quedar un poco largo. Y es que hay veces que tanta chapuza no cabe en espacios pequeños. Por eso, vayamos al grano.

Primer error. El Gobierno marroquí retira el pasaporte y expulsa ilegalmente a Aminetu Haidar del Sahara porque ella denuncia cómo se están violando sistemáticamente los derechos humanos en su tierra. Y el Ejecutivo de España, sabiendo que esta expulsión era contraria a derecho, lo acepta y permite que ella traspase los controles y llegue a Lanzarote. No puede alegar desconocimiento. España lo sabía.

Segundo error. Ya en España, no se autoriza a Haidar a volver a su tierra asegurando que es legalmente imposible porque carece de pasaporte. Sin embargo, días después, el mismo Gobierno esgrime una resolución policial extraordinaria por la que sí se permite salir del país a la activista. ¿En qué quedamos? ¿Puede o no puede cruzar la frontera? ¿Antes era imposible y ahora, de repente, es legal?

Tercer error. España pone en marcha a su diplomacia para intentar convencer a Marruecos de que devuelva el pasaporte a Haidar. Estas gestiones no sólo fracasan con estrépito y dejan en evidencia la debilidad española a la hora de reponer la legalidad quebrada y el cumplimiento de los Derechos Humanos, sino que hacen fuerte a Marruecos, que se atreve a chantajear con rebajar la vigilancia de la inmigración, el terrorismo y el tráfico de drogas.

Cuarto error. Ante el fracaso de las gestiones diplomáticas, España monta una operación a espaldas de las autoridades marroquíes y de la propia Aminetu para intentar colarle a la activista a Rabat por sorpresa. Piden permiso para sobrevolar y aterrizar, pero no esperan a obtener el sí político, aún a sabiendas de que Marruecos no iba a permitirlo. El show es de tal calibre que el desviado especial de Moratinos para esta crisis, Agustín Santos, llega a pedir al piloto que despegue de Lanzarote sabiendo que le habían retirado el permiso para tomar tierra en El Aaiún. Vamos, aterriza como puedas, versión cutre. “Ya lo arreglaremos en el aire”, dijo Santos. Cuando la operación se aborta, la estratagema española queda al descubierto.

Quinto error. En lugar de centrarse en devolver a Haidar a su casa haciendo las presiones al nivel que corresponda, el Gobierno español camia de estrategia y pretende quebrar la voluntad de Haidar y hacer fracasar su huelga de hambre alimentándola a la fuerza. Para ello, la delegada del Gobierno en Canarias pone una denuncia y moviliza a un juez que, con una notable falta de tacto y acompañado de dos policías y varios funcionarios, irrumpe en el cuarto de Haidar. Tras salir a empujones, intentan arrebatar la cinta a un cámara por grabar en la calle. Muy democrático todo.

Sexto error. La estrategia del Gobierno también pretende aislar a Haidar de su entorno, al que responsabiliza de empujar a la activista hacia la muerte. Quienes defienden esta tesis, y se la he oído a mucha gente, lo hacen porque no conocen a Aminetu, no la han visto decir que está dispuesta a morir, no la han visto caminar por las calles de El Aaiún cercada de policías y haciendo la señal de la victoria, no saben de quién están hablando, no tienen ni idea de su voluntad firme y de su coraje. Podría entender que dijeran que Aminetu maneja a su entorno, pero nunca, jamás, que ella esté siendo manejada.

Séptimo error. El presidente Rodríguez Zapatero ha admitido públicamente que los intereses generales priman por encima de la vida de Aminetu Haidar. Da igual la forma en que lo hiciera, eso es lo que quiso decir. Es decir, la razón de Estado frente a los derechos de las personas, que pueden ser avasalladas, expulsadas de su país e incluso amarradas a una cama de un hospital y entubadas en contra su voluntad. Muy ejemplarizante.

Tendrán que perdonarme, pero es posible que por las prisas de terminar este artículo me haya olvidado de algún error más cometido por este Gobierno de España que tanto alardea de defender a los débiles y bla, bla, bla, pero si quieren seguimos hablando la próxima semana.

De momento, termino contándoles que en los cinco días que he pasado en el aeropuerto de Lanzarote he escuchado dos frases que resumen, para mi gusto bastante bien, lo que está ocurriendo. La primera me la dijo un compañero periodista: “Se acaba el tiempo para Aminetu, ya sólo le queda su sufrimiento”. La otra, el actor Guillermo Toledo. “Estoy aquí por egoísmo. La lucha de Aminetu es la lucha de los derechos de los ciudadanos frente a la fuerza de los estados. Y, por tanto, también es mi lucha. Si ella fracasa, yo fracaso; y si gana, yo también gano”. Yo también lo creo, pienso que aquí lo que nos estamos jugando todos es nuestra propia libertad.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL MURO


La semana pasada estuve unos días en Bruselas y me tropecé, sin quererlo ni esperarlo, con el muro de Berlín. La cosa es que hace unos días se celebró el veinte aniversario de la caída de esa inmensa pared de bloques, piedra, hierros y hormigón que dividía en dos a la capital de Alemania. Y una parte de sus restos a modo de muestra fueron a parar a una plaza de Bruselas, muy cerquita del Parlamento Europeo.

Aproveché la ocasión y como buen turista, me hice las fotos de rigor haciendo el gamba junto a los graffitis que adornaban aquellos trozos de pared. Y seguí a lo mío. Sin embargo, ya de vuelta en casa y repasando las fotos, me dio por pensar la cantidad de gente que habría pasado durante años junto a aquellos pedazos de muro deseando cruzar al otro lado. O soñando con su caída.

Aquel era el símbolo de un mundo en extinción, pero, si lo pensamos bien, el mundo sigue lleno de muros. Los hay de todo tipo, color y condición. Desde la Muralla China, espectacular, pero un muro grande y viejo al fin y al cabo, hasta los muros pequeños que nos rodean en lo cotidiano. Por definición, están construidos para separar un espacio de otro, para contener, sujetar, aislar o mantener.

Aunque los pueblos de la antigüedad ya los usaron de manera extensa, con el tiempo fuimos perfeccionando su diseño. Ya no necesitábamos gruesas y densas paredes de piedra para separarnos los unos de los otros, fuimos aprendiendo a construir vallas a las que después incluso pusimos electricidad y concertinas en su extremo más alto para que fueran imposibles de saltar. Ahí están la frontera de México y Estados Unidos, Chipre o Ceuta y Melilla.

Seguimos recurriendo a los muros, claro está, y dividiendo a la gente en categorías. Nosotros ricos, ustedes pobres; aquí europeos, allí el resto del mundo; dentro derechos, fuera la ley del más fuerte; a un lado la civilización y al otro la barbarie. En Palestina lo volvimos a hacer y en el Sahara, muros por todas partes.

Pero el sabio ser humano no se iba a detener aquí. Todos estos ejemplos no son sino la muestra de los muros mentales que nos lastran y nos impiden ver el mundo tal cual es en su maravillosa y complementaria variedad, pero es que también hemos inventado una nueva categoría: los muros invisibles de papel.

La semana pasada en el Congreso de los Diputados, sus señorías diputados y diputadas, casi de puntillas y camuflados mediáticamente por el secuestro del Alakrana y otros asuntos, pusieron un nuevo bloque y elevaron un metro más ese muro de papel llamado Ley de Extranjería que rodea a nuestro país.

No me extenderé en los detalles restrictivos de esta reforma legal que restringe derechos a los otros, a los de fuera del muro, que de eso ya se ocupan otros mucho mejor que yo (ampliación a 60 días de la retención, trabas a la reagrupación familiar, etc.) Sólo quería dejar constancia de que hay paredes que no vemos que son a veces mucho peores que las que sí podemos ver. Y si tanto nos vanagloriamos de que otros hayan sido capaces de derribar el muro de Berlín, quizás deberíamos poner el mismo empeño en tirar abajo nuestros propios muros.
 
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