viernes, 27 de marzo de 2009

MADERA DE CAYUCO

Miren que se lo veníamos diciendo desde hace tiempo. Empieza a llegar gente a España de todos los lugares del mundo y luego pasa lo que pasa. Que si un italiano, una brasileña, un marroquí, otro de Gambia, otro de España y hasta un chico que llegó en un cayuco a Canarias hace dos años y así hasta catorce personas de diez nacionalidades distintas. Y ya la tenemos liada. Se juntan, empiezan a tocar guitarra, tambores y otros instrumentos y llega un momento en que se divierten y hacen que el público baile y pase un buen rato. Y hasta graban una maqueta. Se llaman Madera de Cayuco y aquí les pongo un vídeo. Sin grandes alardes ni presupuesto, bienvenidos al futuro mestizo que ya está aquí. El problema lo tendrán ahora los cortitos de mente que quieran atribuir una nacionalidad al grupo, claro.

martes, 24 de marzo de 2009

LA HOGUERA DE LAS VANIDADES

Tenemos los periodistas cierta tendencia a pensar que nuestro oficio es el más importante del mundo, que aquellas cosas que decimos o escribimos son verdad revelada y que influyen decisivamente en el discurrir de las cosas. De hecho, en los últimos quince años he tenido ocasión de ver a famosos compañeros de profesión naufragar en su propio ego y quemarse en la hoguera de las vanidades mientras pensaban que, en realidad, estaban rescatando al mundo de las fauces de la ignorancia.

Andaba yo en cavilaciones como ésta el otro día cuando me topé, de frente y por vía televisada, con el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad, que así es como llaman por estos lares a cuando se juntan los políticos para explicar qué andan haciendo y prometer las cosas que harán a partir de mañana. Y a resultas de este encuentro fortuito tuve que admitir que periodistas y políticos, quizás a fuerza de arrejuntarse, se parecen más de lo que unos y otros quisieran.

Ahí estaban el presidente canario, los miembros del Gobierno, los portavoces, los asesores, los secretarios, los vocales, sus señorías los diputados y toda esa maraña de beneficiados del poder interpretando su obra de teatro favorita, que es una tragicomedia. Causa risa, porque ellos realmente piensan que a la gente le interesan sus sesudas chorradas o sus insultos de baratija; pero también causa pena y dan ganas de llorar la cantidad de tiempo y dinero que invierten en la fiesta.

Mientras tanto, la vida de verdad sigue su curso, bien lejos de la sede del Parlamento y, sobre todo, de las mentes de estos señores. ¿Alguien piensa, de verdad, que a esta gente le preocupan los parados más allá de la foto oportuna o el discurso impostado? ¿O los discapacitados? ¿Y los dependientes, los inmigrantes, los menores? ¿Qué son para ellos, sino oportunidades de ganar o de perder votos, de perpetuarse en el poder, de seguir en el machito? Les oigo hablar y hablar, prometer y prometer y solo se están mirando el ombligo, ciegos por su propia vanidad.

Políticos y periodistas, ¡cuánto nos odiamos y cuánto nos parecemos sin saberlo!

viernes, 20 de marzo de 2009

MI NOMBRE ES NADIE

Nicolás Castellano (Cadena SER) es un periodista honrado. Juntar esas dos palabras es cada vez más difícil en los tiempos que corren. Comparto con él la pasión de arrojar luz sobre la parte invisible del mundo, de contar lo que muchos no quieren que se cuente, de poner voz, rostro y nombres a ese drama colectivo que toca a diario a las puertas de nuestras casas. Armado con su grabadora, su micrófono y su sentido común, Nicolás se echa al mundo y golpea nuestras conciencias. Como debe ser.
Carla Fibla es otra periodista de raza, combativa, valiente, dispuesta a darlo todo por una causa justa. Durante muchos años, fue corresponsal de la SER y La Vanguardia en Marruecos y vivió en primera línea el tránsito de miles de subsaharianos hacia Europa.
Hace un par de años, ambos se juntaron para dar a luz un maravilloso audiolibro, "Mi nombre es nadie" (Editorial Icaria), en el que recogen buena parte de su trabajo con la inmigración clandestina. El martes que viene a las 12.00, lo presentan en la Casa del Libro (Gran Vía, 29 Madrid), arropados por Iñaki Gabilondo y Angels Barceló, y luego se van a Sevilla y Valencia. Junto a ellos estarán el excelente fotógrafo Juan Medina y el presidente de CEAR, Javier de Lucas.
Si pueden, vale la pena que los oigan. Afortunadamente, sus palabras chirrían en un primer mundo cada vez más insolidario, más egoísta, más centrado en sí mismo. Enhorabuena a los dos. Ojalá no se callen nunca.

martes, 17 de marzo de 2009

LOS PAPELES DE CHEIKH

Ya les he hablado de él en otras ocasiones. (http://pepenaranjo.blogspot.com/2008/06/cheikh-y-la-crisis-del-petrleo.html). Tiene un nombre casi tan difícil de escribir como de pronunciar, así que lo hemos dejado en Cheikh (pronúnciese Shej). Un buen día de hace casi tres años llegó montado en su propio miedo hasta una playa del cálido sur. Allí desembarcó sin nada. Tres años después, Cheikh lava coches en Miller Bajo por tres euros, seis por dentro y por fuera y nueve si son furgonetas.

En todo este tiempo ha hecho un poco de todo. Ha doblado la espalda en el campo, se subió al andamio cuarenta veces y cuarenta veces se tuvo que bajar para dejar su sitio a otro que sí tuviera papeles, pintó, encaló, amasó, revolvió y cargó todo lo imaginable. Tres años dan para mucho. Y Cheikh salió del centro de acogida y se fue a vivir a un piso con unos amigos (cuatro amigos, dos habitaciones) y ahora se ha mudado otra vez y ya tiene, por fin, un cuarto propio para soñar por las noches sin que le molesten.

La crisis le pilló, así, por sorpresa, en un edificio en obras. Le dijeron, tienes que irte. Y Cheikh cogió su nada y se fue caminando hasta Miller Bajo por el mismo camino por donde había salido. Y volvió a lavar coches, siempre con su teléfono móvil encendido por si llamaba el patrón. Y pasaron los meses y pasaron los años. Siempre la misma rutina, la misma gente, los mismos noes por respuesta.

Casi tres años después de aquel día en que pisó, desconcertado, la arena de una playa del sur de Gran Canaria, a Cheikh le ha llegado el tiempo de los papeles. Por fin. A él, que ni siquiera sabe el día de su nacimiento, le toca ahora renovar el empadronamiento, pedir el certificado de penales para que se lo manden debidamente expedido y sellado desde Bamako (Malí), “inshalah”, pedir un informe al Ayuntamiento que acredite que está plenamente integrado en el barrio (?), comprobar si el pasaporte no está caducado… Una montaña de trámites y burocracia se levanta entre él y su futuro.

Pero todo parece estar en regla. En noviembre próximo, cuando se cumplan justos los tres años, tendrá al menos la opción de conseguir sus papeles. Sin embargo, le falta una cosa, un pequeño detalle. La ley dice claramente que para devolverle su condición de persona, para otorgarle el pleno y completo derecho a vivir en esta sociedad, para que pueda dejar su miedo en casa y no temer que la policía lo pare, lo detenga, lo encierre y lo deporte, para que pueda trabajar y tener vacaciones, días libres, seguro y esas cosas, Cheick tiene que encontrar un empresario que le haga una oferta de trabajo.

Precisamente ahora, con 220.000 parados en Canarias y subiendo a un ritmo enloquecido, en medio de la peor crisis de los últimos años, rodeados de un panorama desolador de consumo estancado y gobiernos timoratos, justo ahora es cuando Cheikh, negro, simpático, fuerte, pero sin estudios ni papeles, necesita una oferta de trabajo. “La cosa está chunga”, me dice con su acento maliense. Y yo lo miro y pienso qué estaremos haciendo mal para que una buena persona como Cheikh tenga que pasar por este calvario incomprensible con el único objetivo de que le admitamos en nuestro club selecto de dueños del mundo.

viernes, 13 de marzo de 2009

EL TERRIBLE DELITO DE IR AL SUPER

Les adjunto, queridos amigos, un ilustrativo vídeo sobre la manera en que nuestras fuerzas de seguridad combaten el terrible delito de ir al supermercado. En las imágenes, colgadas en Youtube y en la página Plataforma para la Defensa de los Inmigrantes (http://porladefensadelosinmigrantes.blogspot.com), así como en la web de la Cadena Ser, queda patente la peligrosidad de los delincuentes interceptados.


martes, 10 de marzo de 2009

NUESTRO AMIGO, EL DICTADOR

Foto: Ballesteros

Yahya Jamed cura el SIDA los jueves y el asma los sábados. Armado con el Corán y con una pasta verdosa a base de una mezcla de siete enigmáticas hierbas, el presidente y líder absoluto de la empobrecida Gambia recibe a sus súbditos y pacientes y les promete una rápida y certera curación. Lo que hace es todo mentira, pero da igual. Al fin y al cabo, en Gambia cada vez quedan menos periodistas libres para denunciar los embustes de sus dirigentes, porque las voces críticas son encarceladas o algo peor.

Y si no que se lo pregunten a la familia y los amigos de Deyda Haydara, el reportero de este país asesinado a sangre fría la noche del 16 de diciembre de 2004 cuando conducía su coche de vuelta del trabajo. Curiosamente, y tal como se ha ocupado de denunciar Reporteros sin Fronteras, Haydara estaba siendo investigado y vigilado por los servicios de inteligencia gambianos en el momento de su muerte después de que hubiera escrito artículos abiertamente críticos hacia la política oficial en materia económica y de libertad de prensa.

Sin embargo, ni los reporteros torturados o asesinados, ni la práctica de la ablación consentida desde las más altas instancias del poder, ni la falta generalizada de libertades, ni el encarcelamiento de los opositores políticos, ni el estrangulamiento de la sociedad civil. Nada de eso ha sido obstáculo para que el Gobierno de España, en la persona de la vicepresidenta Fernández de la Vega, se reuniera hace unos días con las autoridades gambianas en un clima de gran cordialidad y apoyo y respeto mutuo.

Admito que la vicepresidenta me cayó bien desde el principio. La recuerdo dando la cara en los lugares y momentos más difíciles, en los incendios, en las inundaciones, en los periodos de crisis de este Gobierno. Pero lo siento, esto no me lo trago. Me gustaría tener un Gobierno que respetara los Derechos Humanos dentro y fuera de sus fronteras. Que mis representantes públicos fueran más coherentes. Si sacamos las tropas de Irak porque aquella guerra era ilegal, ¿qué hacemos dando oxígeno a un dictador de la peor calaña que tortura y que mata a los suyos, que encierra a quienes no piensan igual, que persigue y hostiga a los homosexuales?, ¿qué estamos haciendo en África?

Dos patrulleras, dos todoterrenos, dos zodiacs, cinco motos y cursos gratis para la policía gambiana. Este es el precio con el que el Gobierno español pretende comprar la voluntad del dictador Yahya Jamed para que impida la salida de cayucos desde sus costas y acepte las repatriaciones desde España. Ésta es la política que exporta la democrática España hacia África. Como ya hiciera con Marruecos, con Mauritania y luego con Senegal, el chantaje como forma de relación política. Y si algo huele mal por allí, nos tapamos las narices y miramos para otro lado.

Sinceramente, de pena.

viernes, 6 de marzo de 2009

HAY FOTOS QUE HUELEN


No soy fotógrafo profesional ni aspiro a serlo, pero cuando viajo llevo mi cámara conmigo. Si veo algo que me gusta o bien que me disgusta, no me lo pienso demasiado, tiro de la mochila, la abro, saco el appareil y plaf, disparo. Ésta que hoy les traigo no ganará ningún concurso ni pasará a los anales de la historia, pero tiene una especie de alma que a mí me gusta. Esta foto huele.


La hice en el barrio de pescadores de Guet Ndar (Saint Louis-Senegal). Son las mujeres del lugar cortando, friendo, salando y dejando secar al sol el pescado que sus hombres arrancan al mar. Estaban detrás de una inmensa nave construida con financiación española y, tras sortear el edificio, lo primero que llamó nuestra atención fue una gran humareda negra. Así lo preparan, en unas grandes ollas con aceite obtenido del propio pescado. El olor es indescriptible, fuerte, penetrante. No es desagradable. Es distinto.


En este viaje a Senegal, realizado gracias a la invitación de la federación ecologista Ben Magec que está desarrollando un proyecto de turismo sostenible en Saint Louis (tursos.org), me tropecé con otros olores y sabores. Pero ninguno como éste. Quizás llegue el día en que a través de Internet también se puedan estimular las pituitarias. Mientras tanto, huelan la foto.

domingo, 1 de marzo de 2009

MUERA LA HOSPITALIDAD

Desde el martes pasado estoy en Senegal. Como periodista, voy aquí y allá, metiendo las narices donde nadie me llama, haciendo fotos, grabando un vídeo con mi amigo Adolfo. Al principio siempre es difícil. El otro día, en el barrio de pescadores de Guet Ndar (Saint Louis), casi le pegan a un chico que conocimos por intentar hacer unas fotos. Sin embargo, si pides permiso, si preguntas, si te muestras amable, las cosas suelen salir bien.

En este viaje y de momento, África me ha hecho dos regalos. El primero fue un atardecer maravilloso. El sol ya estaba cayendo y regresando a Saint Louis desde el sur decidimos parar para grabarlo. Quienes conocen este continente saben que la luz de esos instantes es indescriptible. Un enorme sol anaranjado se escondía entre las ramas de los baobabs (árboles orgullosos a los que Dios puso del revés por su soberbia) y un grupo de niños con un burro se acercó a jugar con los toubab (blancos) locos que graban cualquier cosa. El otro regalo ha sido, una vez más, el buen rollo de la gente, su alegría, su dignidad, sus ganas de ayudarte y de ayudarse, su filosofía de la vida, su respeto.

Y recordaba yo estos días cómo nuestra nueva Ley de Extranjería promovida por el Gobierno de Zapatero pretende multar a todo aquel que ayude a un inmigrante sin papeles. Dicho de otra manera y pese a quien le pese, a una persona de carne y hueso. Es decir, que hemos elevado a la categoría de delito, de falta punible, lo que por esta tierra no es sino hospitalidad. Menudo disparate. Si ésta es la mejor política de inmigración que puede hacer un partido de izquierdas, mejor que se hubieran quedado en las catacumbas.
 
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